Por Rodolfo Huallpa - @Rodolfohuallpa
OPINIÓN. 15 Oct. (Deportistas en Bolivia).- Fue un partido inusual, sacado del imaginario de una selección chilena que quizá espero menos de Bolivia. No era para más, no es la misma selección boliviana que perdió frente a México y Ecuador en la pasada fecha FIFA.
Un 2 a 2 mentiroso, ya sea para Chile como para Bolivia, porque la primera podrá alegar que atacó incesantemente desde el primer tiempo, mientras que la segunda se quedará con el remordimiento de un penal inexistente que permitió a la Roja empatar el partido al minuto 90 del encuentro.
Las virtudes de Bolivia fueron la calma, la precisión y la puntería en la definición, dado que el internacional Carlos Saucedo, que milita en el Saprissa de Costa Rica, fue el verdugo que ahogó el juego chileno con sus dos goles de gran calibre a los 14’ y 51’ minutos del encuentro.
Y es propicio emplear el verbo ahogar en este comentario, porque eso se vio en el encuentro, una selección chilena desesperada porque no encontraba el gol que le diera la victoria a lo largo del partido. Bolivia provocó el estrés ofensivo chileno que se observó en remates al arco sin dirección de arco o en pases que más allá de buscar delanteros, fueron a parar cerca de los jueces de línea.
La virtud de Chile fue no cesar en su intención de lograr los goles que le dieran la victoria, pues tanto en el primer tiempo, como en el segundo, iban perdiendo 1 a 0 y 2 a 1 respectivamente. Las individualidades de sus estrellas Alexis Sánchez, Gary Medel, Charles Aranguiz o Arturo Vidal –éstos dos últimos que anotaron los goles a los 41’ y 90’ del encuentro- en más de una oportunidad fueron un dolor de cabeza para Bolivia, pero ni eso bastó para derrumbar la férrea defensa Verde.
Es así que, en medio de ese fracaso ofensivo de Chile, Bolivia aprovechó sus oportunidades de gol para mostrar que el fútbol puede ser comparado con la natación, donde el más rápido e inteligente puede obtener logros sin importar que esté frente a un Michael Phelps, y fue así que Carlos Saucedo hizo lo suyo. La chispa de la noche, la hizo él tras marcar su primer gol gracias a un pase erróneo de Gary Medel. En su festejo simuló nadar en el arrebatado mar boliviano, nadó y nadó, pero no en aguas, sino en el gramado del estadio Francisco Sánchez de Coquimbo, ahí, de visitante, donde había más chilenos que bolivianos y donde las pocas cámaras registraron que hasta en el fútbol se puede exigir justicia para que Chile devuelva su mar a Bolivia.
Pero la figura sin duda fue el equipo renovado que presentó el flamante técnico boliviano, Mauricio Soria, que tuvo como debutantes a jugadores que, pese a su nacionalidad, aceptaron la convocatoria para vestir la Verde, tal es el caso del sueco-boliviano Martín Smedberg-Dalence, que juega en el IFK Göteborg de la Primera División de Suecia o el argentino-boliviano Damián Lizio, que milita en el O'Higgins de Chile. A ellos hay que sumar a los nacionales Miguel Hurtado o Leonel Morales, que también tuvieron una noche ardua, ni qué decir del portero Romel Quiñónez.
Fueron 90 minutos eternos para Bolivia y lo contrario para Chile, que frente a la falta de gol, se apoyó en un penal que el argentino Pablo Díaz cobró a su favor y al minuto 90 empató el partido 2 a 2 a través de Vidal.
Pero no se debe llorar sobre la leche derramada, pues a Bolivia, más allá de este resultado, le queda esa renovación tan aclamada por el periodismo boliviano y que, al parecer, le está dando frutos semimaduros al nuevo técnico de la selección: el temperamental Mauricio Soria, quien combinando juventud, con experiencia y agregando nuevos talentos como Smedberg-Dalence y Lizio, ha logrado su primer gran resultado: un empate 2 a 2 de visitante frente a la mundialista Chile de Sampaoli, equipo al que por última vez ganó de visitante en septiembre de 1994, por 2 a 1, cuando estaba al mando el técnico Xabier Azkargorta.
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